jueves, 18 de julio de 2019

 
 Hace ya mucho tiempo, en un catálogo que no encuentro, escribí algo así como: "Hay un tipo de arte que nos mece, nos acaricia los ojos, es como un oasis al queacudir..., hay otro tipo que nos sacude y nos golpea la conciencia..."  Considero que la segunda parte era la afirmación de un deseo más que una realidad.
 
Ahora, a grandes rasgos, creo que hay  fundamentalmente dos grades grupos: un arte conscientemente connivente con la ideología dominante y otro, la gran mayoría, inconscientemente connivente.
 
Gran parte de las personas situadas en el espectro de quienes quieren y trabajan para un cambio de modelo económico y social, cuando realizan una labor artística,se sitúan en el segundo tipo.
 
Se pueden poner muchos ejemplos de esta afirmación en el terreno en que me muevo, el de la imagen.  Estos ejemplos, mediante el análisis de obras concretas, requerirán su espacio propio.
 
Volviendo a la segunda parte de la hipótesis inicial diría que hay obra que, realizada con una intencionalidad, termina en un resultado distinto al de dicha intención.  Seguramente porque siendo conscientes de nuestra ideología y de lo que ella significa, no lo somos de nuestros valores y de lo que ello significa.
 
Los valores, que no detectamos cuando coinciden con las creencias básicas, están detrás del mensaje constituyendo la estructura que permite construir un discurso, en que el hacer gala de los principios, alrededor de las anécdotas.
 
Por tanto hay que partir de las últimas, en este caso con imágenes, y con el método adecuado sortear los principios para llegar a los valores: así podremos formarnos una idea más precisa de lo que en nuestras obras
representamos.
 
Considero conveniente que aquellas personas que estamos por la realización de "un arte nuestro" nos pongamos, por mi parte lo estoy haciendo,  una serie de puntos por los que regirnos a la hora de realizar y enjuiciar nuestra obra.
 
 
 
En mi caso algunos de ellos serían:
 
Al poder ni nombrarlo, no es conveneiente representarlo ni criticarlo, y si hay que mostralo que sea en toda su ridiculez y desde la distancia que nos da poderlo observar desde fuera.
 
El hecho de mostrar las otrocidadaes que el poder económico-político dominante produce, no hace sino hacernos presente el poder de ese poder y la impotencia de quienes lo sufren; por tanto pienso que no hay que mostrar a las personas entre las que nos movemos, derrotadas o en situación de pérdida de dignidad.
 
Igualmente las representaciones del poder mostrando su "maldad" no hace sino propaganda de ellos, de la maldad que les es propioa y otra vez de su poder dando, además, la sensación de estar nuestro discurso moviéndose alrededor de ellos.
 
La autocrítica es imprescindible para crecer en la dirección que nos  propongamos.  Por tanto dejemos a un lado la autocomplacencia o la autocompasión, y critiquemos nuestros diversos planos, mirando hacia y desde el horizonte al que nos queremos dirigir.
 
Hagamos presentes nuestros puntos de identidad, aquello que nos hace ser conformes con nosotros: solidaridad, curiosidad,  brega, versatilidad... y dejemos de lado los suyos, sus valores.
 
Hagamos presente nuestra historia y nuestra proyección de futuro esperanzador.  En fin, hagámonos presentes  en un arte nuestro.
 
 
Mis propuestas son para la acción y la transformación de la acción, porque si queremos llegar a otro sitio tendremos que hacerlo por otro camino.